La Esencia de la Formación Bonificada Online (elearning): Cumpliendo con la normativa.
En un entorno laboral en constante evolución, la formación continua emerge como una herramienta indispensable para mantenerse competitivo. En este contexto, la formación bonificada o formación programada por las empresas, representa una oportunidad de oro para las empresas y sus trabajadores. Sin embargo, implementar un programa de formación online que cumpla con los requisitos establecidos no es una tarea trivial. En este artículo, exploraremos los pilares fundamentales que deben sustentar cualquier curso online bonificado para garantizar su eficacia y conformidad legal.
1. Definición Legal y Marco Regulatorio
La formación bonificada permite a las empresas invertir en el desarrollo de sus empleados, siendo posible deducir el costo de estos cursos del pago de sus cotizaciones a la Seguridad Social. Este mecanismo está detalladamente regulado por la Ley 30/2015, el Real Decreto 694/2017, y las instrucciones del Sepe y Fundae..
2. Requisitos de los Cursos de Teleformación
Para que un curso online sea considerado dentro del marco de formación bonificada, debe cumplir con una serie de requisitos específicos:
-Plataforma de Teleformación Adecuada: Debe disponer de una plataforma e-learning que permita el seguimiento y evaluación continua del aprendizaje. Esta plataforma debe ser capaz de registrar la identidad del participante y controlar su progreso y tiempo de conexión.
-Interactividad y Tutorización: Los cursos deben garantizar la interactividad del proceso de aprendizaje, ofreciendo recursos didácticos y sistemas de tutorización personalizada que faciliten la comunicación entre alumnos y tutores. Aconsejamos un mínimo de una pregunta semanal mediante mensajería interna.
-Contenidos Adaptados: Los materiales y contenidos del curso deben estar diseñados específicamente para la modalidad de teleformación, promoviendo un aprendizaje autónomo y eficaz.
-Control de Tiempos: Se debe asegurar que el tiempo dedicado a la formación online cumple con los mínimos establecidos por la normativa, siendo necesario un sistema que permita verificar la asistencia y el aprovechamiento del curso por parte del alumno. Aconsejamos más del 55% de las horas totales del curso.
-Evaluación y Seguimiento: Los cursos deben incluir mecanismos de evaluación que permitan medir el progreso y la asimilación de conocimientos de los alumnos. Asimismo, es crucial un seguimiento continuo para asegurar el cumplimiento de los objetivos de formación.
-Certificación Adecuada: Al finalizar el curso, se debe emitir un diploma o certificado que acredite la participación y aprovechamiento del mismo por parte del alumno, de acuerdo con los estándares establecidos por Fundae y SEPE.
3. Registro y Documentación
Toda acción formativa debe estar debidamente registrada y documentada. Esto incluye desde la identificación del alumno hasta los controles de acceso a la plataforma, pasando por los registros de participación y los resultados de evaluaciones. Esta documentación es esencial tanto para la justificación de la bonificación aplicada como para posibles inspecciones.
Por ello, la formación bonificada en modalidad de teleformación abre un abanico de posibilidades para el desarrollo profesional continuo. No obstante, para que esta inversión en formación sea efectiva y cumpla con los requisitos legales, es imprescindible una planificación meticulosa y un compromiso con la calidad en todos los aspectos del proceso formativo. Las empresas que logren implementar estos principios no solo estarán mejorando las competencias de sus trabajadores, sino que también estarán invirtiendo en el futuro de su propia organización.
Por último, no podemos olvidar el aspecto más importante, la participación. La tutoría activa y participativa es un pilar fundamental en el proceso de aprendizaje, especialmente en el contexto de la formación online, donde la distancia física entre el tutor y el alumno puede representar un desafío para la motivación y el compromiso. Para superar estos obstáculos, el tutor debe adoptar un rol proactivo, buscando constantemente maneras de involucrar al alumno en el proceso de aprendizaje. Esto implica no solo la presentación de contenidos de manera dinámica y accesible, sino también la creación de espacios para la discusión, el debate, y la reflexión crítica. El tutor debe fomentar la participación activa del alumno mediante preguntas abiertas, casos prácticos y ejercicios que estimulen el pensamiento crítico y la aplicación práctica de los conocimientos adquiridos.
Además, la tutoría activa y participativa requiere una comunicación efectiva y empática. El tutor debe estar disponible para resolver dudas, proporcionar feedback constructivo y personalizado, y ofrecer orientación y apoyo motivacional a lo largo del curso. Esta aproximación personalizada ayuda a crear un vínculo más estrecho entre el tutor y el alumno, lo que a su vez favorece un ambiente de aprendizaje más confiable y estimulante. El tutor debe ser un facilitador del aprendizaje, guiando al alumno a través de su proceso educativo y animándolo a tomar un papel activo en su propia formación. Así, la tutoría activa y participativa se convierte en una herramienta clave para el desarrollo de competencias, la autonomía y el compromiso continuo del alumno con su aprendizaje.