Propuestas de mejoras en la Formación Profesional
En los últimos años se están dando cambios en las estructuras y la sociedad está dominada por tecnologías de la información, y todos estos movimientos afectan a ámbito educativo. La madurez de una sociedad se demuestra en la adaptación a estos cambios, en la superación de los nuevos desafíos planteados y en la detección de los puntos críticos.
En este sentido, las competencias clave, fundamentales para todo individuo que pertenece a una sociedad basada en el conocimiento, son uno de esos puntos críticos que también están variando, especialmente en las áreas tecnologías, información y comunicación.
Las competencias clave y transversales son una combinación de conocimientos, destrezas y actitudes adecuados para un contexto determinado y que comportan un valor añadido de la educación para el acceso y la movilidad en el mercado laboral, la cohesión social y la ciudadanía activa. En tiempos de crisis, es lógico una mayor inversión en formación que garantice la adquisición y profundización en competencias profesionales, de forma que aseguren el acceso a un puesto de trabajo.
Estamos ante unos sectores productivos que indican, a través de estudios como los realizados por el CEDEFOP, que para 2020, solo un 16% de los puestos de trabajo estarán disponibles para personas con baja cualificación; un 50% serán empleos para niveles de cualificación medias y; un 34%, para cualificaciones altas de nivel terciario.
La formación profesional tiene que contribuir a que la formación de jóvenes y adultos se adapte, cambie y se actualice para atender a estas situaciones de demanda de cualificación, de demanda de sectores emergentes frente a sectores en declive.
La sociedad necesita una formación profesional que responda a las necesidades del mercado de trabajo, que utilice métodos de aprendizaje innovadores y centrados en los resultados, e instalaciones y equipamientos de calidad. Esto debe ir acompañado de una formación continua fácilmente accesible y orientada al trabajo para las personas empleadas, para los trabajadores autónomos y para los desempleados, pero también para los empresarios.
En España se intenta mejorar la calidad y la eficiencia de la FP y aumentar su atractivo e imagen, ya que uno de los puntos débiles de la formación profesional ha sido su imagen social, como se demuestra que durante 30 años ha sido la formación de los alumnos menos aventajados.